Todo tiene sus inconvenientes y ventajas. Y ser PAS no es una excepción. Pero ser PAS y vivir feliz y con satisfacción, puede exigir un trabajo interno importante y sostenido. Pero merece la pena. De verdad.
El mayor tesoro de una PAS es sin duda su capacidad para percibir el mundo sutil que nos envuelve. Su riqueza y profundidad interior, su capacidad para percibir la belleza, la naturaleza, la pequeñez del ser humano en el universo, pero a la vez la grandiosidad de su alma. Para sentir las emociones, el amor. Su humanidad y su capacidad de búsqueda de los ideales. Su capacidad de lucha, aunque sea por utopías irrealizables. Para levantarse cada vez que cae. Porque sabe que hay alguien que le entiende, que le escucha. Alguien que le espera. Alguien que le protege. Porque siempre hay un mañana.
La Persona Altamente Sensible tiene virtudes como las tiene cualquier otro ser humano, pero si sabe utilizar las ventajas de su alta sensibilidad, con seguridad, confianza, positivismo, solidaridad y amor, se sentirá fuerte y feliz.