Fue la psicóloga estadounidense Elaine Aron, en su libro titulado EL DON DE LA SENSIBILIDAD (Ediciones Obelisco), quien empezó a considerar la alta sensibilidad como un don.
Efectivamente, cabe considerarla como un don muy humano, aunque en ocasiones pueda no parecerlo, pues muchas PAS tienen dificultades para modular su sensibilidad, para interaccionar armónicamente con el entorno, para expresar sus emociones o para sentirse bien consigo mismas.
En ocasiones sus comportamientos pueden ser fácilmente etiquetados como patológicos o desequilibrados cuando, en realidad, la alta sensibilidad no es una enfermedad sino producto de la incomprensión y el desconocimiento de unas capacidades muy humanas y dignas. Pero este etiquetaje erróneo, esta incomprensión y desconocimiento, pueden acarrear una valoración equivocada e injusta que, a su vez, aumente los problemas de la Persona Altamente Sensible. Y en muchas ocasiones empieza a ocurrir en su infancia.